No es que sean blandas, evidentemente, pero os aseguro que no son duras y no tenéis que temer por vuestras piezas dentales.
La receta la vió mi padre hace bastante tiempo en Telva Cocina y aunque era con avellanas, él las cambió por almendras.
Las almendras garrapiñadas se deben hacer sin prisas. Las prisas sólo son buenas para los delincuentes y los malos toreros, que dice alguien a quien quiero.
Mi intención era pesar y medir los ingredientes, pero cuando llegué a casa de mis padres, mi padre, ya había pelado las almendras y adelantado algo de trabajo, así que, os tendréis que conformar con medidas.
La receta original era una taza de almendras, una taza de azúcar y tres cuartos de taza de agua, pero para nuestro gusto salían terrones muy grandes de azúcar y por eso, redujimos la cantidad:
Ingredientes:
6 vasos de almendras peladas
4 vasos de azúcar
4 vasos y medio de agua
250g de mantequilla
1 limón
Elaboración:
Quitar la cáscara a las almendras y ponerlas a hervir un minuto. Escurrirlas y pelarlas.
La foto es del post en el que explico, como hacer almendras tostadas en el microondas. Ya os dije más arriba que mi padre había adelantado trabajo y no pude hacer fotos desde el principio.
Después, se echan en una sartén antiadherente las almendras peladas, el azúcar y el agua a fuego medio-alto.
Hay que dar vueltas de vez en cuando y llegará un momento en el que al coger un poco de azúcar entre el dedo índice y el pulgar, saldrá como una hebra cuando despeguemos los dedos. Leed si os apetece este post sobre los puntos del almíbar
Este proceso puede llevar aproximadamente una media hora.
Acto seguido, retiramos la sartén del fuego y la dejamos enfriar. No hay que dejar de dar vueltas para evitar que el azúcar se pegue a la sartén. A partir de ahora, debemos tener cuidado con eso.
Una vez el azúcar está blanca y fría (unos 15 minutos), se lleva de nuevo al fuego, pero esta vez, medio-bajo.
Se dan más vueltas hasta que las almendras empiecen a tomar un color dorado y brillante.
Aquí es importante no dejar de dar vueltas ni un segundo porque de lo contrario el azúcar se pegará a la sartén y no a las almendras.
Una vez las almendras ya están doradas y embadurnadas de azúcar, (aquí viene el truco para que el azúcar no quede tan dura) se echan sobre una capa de mantequilla que previamente habremos extendido sobre la mesa o sobre la encimera.
Debe ser una superficie suficiente para que quepan todas las almendras. Para estas cantidades con un bloque de 250g de mantequilla tendremos bastante.
Se debe extender de manera que quede una capa generosa.
Se bañan bien las almendras en la mantequilla y después se les echa el zumo de un limón.
Se vuelve a mezclar muy bien todo con las manos y a partir de ese momento podréis disfrutar de unas almendras garrapiñadas sin temer por vuestros dientes.
Es mejor dejarlas enfriar y si, sois capaces, mejor dejarlas reposar 24 horas.
En mi casa, mi padre siempre hace garrapiñadas por Navidad. La almendra es el fruto seco protagonista de estas fechas.
Y bueno, quería publicar la receta antes de que llegáse el 24 de diciembre. He llegado justa, pero llegué.
María Jesús, hace tanto tiempo que pedíste la receta, pero mira, más vale tarde que nunca.
Si las haces algún día, me lo tienes que contar.
Va por ti.